LOS CRACK
En 1932, por
los altavoces del viejo estadio de madera se pasaba un tango grabado por la orquesta
de Francisco Canaro que proclamaba: "En el fútbol nacional se destaca un jugador de
lo más fenomenal..." Su estrillo alertaba: "Tengan cuidado, muchachos, que se
aproxima la Fiera..."
Era el tango "Bernabé la
fiera", que cuatro autores compusieron en homenaje al hombre sensación de ese
momento: el rufinense Bernabé Ferreyra, también apodado el "El Mortero de
Rufino", dueño de un remate impresionante, una velocidad incontenible y una
ambición goleadora que lo llevo a convertirse en el máximo anotador de ese campeonato
que ganó River, con 43 tantos en 34 partidos. esa fue la característica singular de su
campaña: el futbolista que registra más goles conquistados que partidos jugados. Metió
187 en 184 presentaciones oficiales, entre 1932 y 1938, y contribuyó al logro de tres
campeonatos: 1932, 36, 37.
El sucesor de La Fiera fue Luis María
Rongo, de sus mismas características, penetración y remate potentísimo, quien empató
en su paso por la primera millonaria la hazaña estadística de Bernabé: 56 impactos en
48 partidos. Sin embargo, la era de los centro delanteros goleadores iba pasando. Asomaban
como ejecutores otros atacantes que sin desplazarse del eje de la cancha ni apoyar su
infalibilidad sobre la potencia, imponían su llegada por sorpresa. Comenzó así, la
formidable campaña de Angel Amadeo Labruna, el hombre que convirtió más goles con la
casaca de la banda roja: 292 entre 1939 y 1959. La trayectoria de Labruna registra varios
records: es el máximo goleador del clásico River-Boca, con 16 tantos que sirvieron para
ganar o empatar; es el futbolista que más títulos logró con River, nueve (1941, 42, 45,
47, 52, 53, 55, 56 y 57); es uno de los que más veces defendió su camiseta, 516 veces,
después de las 521 de Amadeo Carrizo.
En 1947 surgió Alfredo Di Stéfano.
raudo, veloz, electrizante, la Saeta Rubia fue el scorer máximo del torneo con 27 tantos
y si no superó los 50 en su campaña riverplatense fue porque al promediar 1949 emigró a
Colombia, para seguir desparramando su vitalidad y su definición implacable por otros
campos del mundo.
Dos Monos que se destacaban por su
ambición y sus voleas de zurda,-Oscar Más en las décadas del sesenta y setenta, Roberto
Zárate en los cincuenta- dejaron su marca en las redes adversarias desde una posición
poco propicia para llegar al gol, como es la punta izquierda. Zárate marcó 61 entre 1951
y 1957 y Pinino Más se anota con una cifra que lo ubica segundo de Labruna en la
historia: 199, todos de gran espectáculo, en dos épocas: de 1964 a 1973 y de 1975 a
1976. Lo de Luis Artime, auténtico fantasma del área penal en los años sesenta, resulta
estadísticamente bárbaro: en tres temporadas jugó 80 encuentros y marcó 70 goles.
Daniel Germán Onega, hermano menor de Hermindo, y centro delantero en los años que
siguieron al reinado de Artime, aparecía por sorpresa, tocaba y definía. Así alcanzó
los 86 goles entre 1966 y 1973.
El "Puma" Carlos Manuel
Morete, de juego directo y punzante, con un pique corto notable para un hombre de su
fuerte contextura física, convirtió 103 entre 1970 y 1975, cuando fue transferido a
España.
Los goleadores más destacados de los
últimos veinte años fueron Leopoldo Jacinto Luque, Ramón Angel Díaz y Enzo
Francescoli. Luque debutó metiéndole el gol del triunfo a Boca en la Bombonera, una
noche convirtió cinco contra San Lorenzo y señaló 75 entre 1975 y 1980. El riojano
Díaz, actual técnico de River, un definidor electrizante por su velocidad y su
implacable toque de zurda, alcanzó las 85 conquistas en sus dos épocas como atacante
millonario, de 1978 al 91 y de 1991 al 93. El sutil goleador uruguayo, también hombre que
estuvo entre 1983 y 86, se fue a Europa y volvió en 1995, anotó 115 goles, dejando
atrás los 76 anotados por su compatriota Walter Gómez.