El Cura Brochero es un personaje realmente único. Curas hubo y hay muchos, curas agauchados también, hombres de Dios abundan –por suerte-. Pero la extraña mixtura de ser un sacerdote que sentía profundamente su ministerio y al mismo tiempo tuviera una conexión tan fácil y natural con la gente, un cura que podía tratar con la misma familiaridad a los paisanos de Traslasierras y a los poderosos de la capital, de la provincia o de la Nación, que se preocupara por la salud espiritual de sus feligreses pero también por sus necesidades materiales, esto se da muy pocas veces y creo que la posibilidad de José Gabriel Brochero es la única que reúne en nuestro país todas estas líneas.
“Señor, de quien procede todo don perfecto: Tu dispusiste que José G. Del Rosario fuese pastor y guía de una porción de tu Iglesia, y lo esclaresiste con su celo misionero, su predicación evangélica y una vida pobre y entregada; te suplicamos que completes tu obra, glorificando a tu Siervo con la corona de los Santos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
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