Una pequeña reseña de su vida
El 26 de Enero: se cumple el 85º aniversario de la muerte del Siervo de Dios el Cura Brochero, nuestro querido “Cura Gaucho” nacido en Santa Rosa de Río Primero a 90 km de Córdoba un 16 de Marzo de 1840, cuando la patria vivía su "período federal" con provincias gobernadas por caudillos, y Rosas en Buenos Aires y representando a las Provincias Unidas, enfrentando el bloqueo anglo-francés. Epoca de montoneras y de bandidaje que asolaba caseríos y poblados, época de la viruela que selló en forma indeleble su rostro criollo, de tez morena y por ende de pómulos salientes y labios pronunciados y expresivos.
Nuestro cura de a caballo (en su mula malacara) y con un pucho en la boca, el "mal hablado" según algunos pacatos, aquilata con el tiempo la dimensión del gigante que encontró en Traslasierra "una selva moral" cuando se hace cargo del curato de San Alberto, pero con la ayuda del Señor y su “Purísima” doblega la Pampa de Achala, enfrenta el cólera, doma ríos, hace llegar rutas, gesta vías ferroviarias, trae la paz a la montonera y los bandidos de su región. Convence a decenas de miles (se habla de 70 000) hombres y mujeres para participar en los ejercicios ignacianos - su método de evangelización y conversión: religioso y humano, levanta colegios, templos, capillas, pero es con sus homilías en las que utiliza el más puro estilo paisano el adelantado que sabe inculturar la fe, haciéndose uno más y hablando el lenguaje de su pueblo atravesó corazones y conciencias, todo para la "mayor Gloria de Dios".
Leproso, ciego y solo, vive en sus últimos años el mismo Calvario de su Maestro, limando así su personalidad y haciéndose más semejante a Aquél por quién entregó su vida. Entra en la casa del Padre el 26 de Enero de 1914.
Roguemos para que en breve tiempo el Cura Brochero, en virtud de su celo misionero, su predicación evangélica y adaptada al genio de su época y la manera de hablar de su pueblo, y una vida pobre y totalmente entregada a sus fieles y ciudadanos, sea incluido en el Santoral de nuestra Iglesia Católica. Y de ser posible el primero entre los candidatos ya oportunamente seleccionados por nuestro Episcopado y cuyas causas se tramitan en Roma, para que los argentinos tengamos al fin nuestro propio modelo nacional de vida cristiana.
Nuestro querido Cura Gaucho, rogá por nosotros, rogá por tu Argentina y los argentinos. Amén.
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